Esta es la historia. Estaba durmiendo siesta, tenía hambre y me desperté con la idea de una focaccia.
Los ingredientes no siempre están a mano, pero mi papá justo se le ocurrió traer tomates deshidratados y aceitunas verdes de Mendoza y mi hermana unas unas hojas de albahaca. Entonces, en un minuto de iluminación culinaria resulto esto
Ingredientes (para 4 personas)
250 gramos de harina
25 gramos de levadura
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharadita de azúcar
1 cucharada de sal
125 ml de agua tibia
Tomates deshidratados
1 diente de ajo
1/2 cebolla morada
10 aceitunas sin carozo
Aceite de oliva (mucho)
Sal gruesa
Partimos en un bowl con la harina, levadura, azúcar y el aceite de oliva. Mezclamos y agregamos de a poco el agua tibia. Agregamos la sal. Seguimos amasando, ahora en la mesa. Para que la levadura haga su trabajo hay que amasar hasta que se forme una masa elástica y se despegue de los dedos.
Volvemos al bowl, cubrimos con un chorro de aceite de oliva y dejamos por 40-50 minutos que doble su tamaño. Dejen que la levadura haga su pega o no va a funcionar.
Una vez lista, amasamos un poco para quitarle el aire y ponemos en la lata con aceite en el fondo. Con los dedos estiren la masa como para una pizza y entierren los deditos haciendo pequeños hoyos, sin romper la masa. Sólo para que los ingredientes que cubren se impregnen mejor.
Otro chorro de aceite de oliva por encima y a armar.
Dejamos hidratando en agua hirviendo los tomates por media hora. Los cortamos en Juliana y los ponemos sobre la masa. Las aceitunas, la cebolla, el ajo. Más aceite de oliva y sal gruesa por encima.
Vamos al horno precalentado a 180 grados por 30-35 minutos.
Una vez lista y fuera del horno, la albahaca por encima. Y, por qué no? Más aceite de oliva.
Una focaccia lista para compartir.
Que la disfruten!